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Foto: David Echevarría.

De cuando se juntaron la poesía millennial

y la tradición rural

Por Paloma Fidalgo.

Lo urbano y lo millennial se encontraron con las tradiciones del mundo rural el pasado fin de semana, 24 y el 25 de agosto, en Brieva, un pueblo segoviano que no llega al centenar de habitantes, en el Festival Pan Duro.

Una iniciativa de Javier Benedicto, director del certamen, yel colectivo Masquepalabras, organizador de eventos como Poesía o Barbarie. La cita cumplió este año su segunda edición, y en ella, vecinos y visitantes, incluidos un grupo de poetas llegados desde Madrid a bordo de una caravana (el premio Nacional de Poesía Juan Carlos Mestre, la banda folk Club del Río, Hasier Larretxea, Gonzalo Escarpa o los polipoetas Los Peligro) participaron en actividades como pasacalles poéticos, espectáculos de músicas tradicionales, tertulias sobre la tradición oral castellana o performances.

Se escenificó, así, un encuentro entre la tradición oral del mundo rural, tan presente en la literatura española reciente (desde las letras de María Sánchez, Fruela Fernández, Hasier Larretxea o, cómo no, Sergio del Molino), y el efervescente movimiento de poesía joven, un fenómeno muy vinculado a las redes sociales, que ha aportado oxígeno a muchas editoriales independientes y que resulta polémico en tanto que gentes lo critican por considerarlo una burbuja que acabará pinchando o por entender que estos poetas tienen más dotes performáticas que talento al escribir.

De cuando se juntaron la poesía millennial y la tradición rural