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Representando otras vidas

La esencia del actor es vivir múltiples personajes tras la máscara y el disfraz, encarnarse en otros por un tiempo mientras se sigue siendo uno mismo. Acudimos a ellos para comprobar si la esquizofrenia ha hecho mella en sus cerebros.

Nacidas para sufrir
Foto: Nacidas para sufrir

MALENA ALTERIO (Buenos Aires, 1974)

Se hizo brutalmente popular gracias a su participación en Aquí no hay quien viva (2003-2006), aunque su carrera como actriz comenzó en 2001 haciendo de Violeta “Pecholata” en una comedia de Eva Lesmes, siendo nominada a Mejor Actriz Revelación en los Premios Goya. Desde luego, de casta le viene al galgo: es hija de Héctor y hermana de Ernesto Alterio, ambos, como ella, actores de sobrada solvencia. Hoy por hoy, teatro, cine y televisión son su hogar. El 11 de febrero estrena Madre Coraje en el Teatro Valle Inclán, y el 12 le llega el turno a la nueva película de Miguel Albadalejo, Nacidas para sufrir.

¿Qué significa para ti ser actriz? Poder continuar jugando de una manera profesional.
¿Interpretar es sinónimo de ponerse una máscara en el escenario? ¿Es necesario ser otro mientras dura la interpretación? Pienso que la máscara no lo es todo. Hay que buscar en cada personaje qué se puede aportar a la interpretación de uno mismo.
¿Has tenido que disfrazarte para salir a la calle para no ser reconocida? En una época de mucha popularidad, durante un carnaval en Tenerife, una máscara me dio mucha libertad para andar entre la gente sin ser reconocida. Fue divertido.
Madre coraje y sus hijos es una obra que nos habla sobre la guerra y las situaciones que genera: por ejemplo, la madre haciendo pillaje para poder sobrevivir. ¿Qué crees que oculta la guerra, qué oculta la madre, ambos tras sus respectivos disfraces? Yo creo que la guerra oculta un gran negocio económico, siempre se hacen las guerras en nombre de algo que no es real, en nombre de la fe, en nombre de una independencia…
Y en Nacidas para sufrir, ¿qué disfraz llevas? Pues me cuesta llamarlo disfraz, mi intención no es disfrazarme sino encarnar un personaje. En este caso, una monja.
¿Te sientes argentina o española? ¿Qué te ha dado cada uno de estos países? ¿De qué disfrazarías a cada uno de los países? Soy española con un amor especial hacia la Argentina. Me gustan los disfraces que llevan, me gustan la autenticidad y la cultura de cada uno de ellos. No les pondría disfraz.
Si no fueras actriz, serías… Bailarina, música, cantante...

La abeja reina
Foto: Marta Fdez. Muro (tercera por la izda.) en La abeja reina © Luis Malibrán

MARTA FERNÁNDEZ MURO (Madrid, 1950)

Ha participado en películas tan emblemáticas como ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? (Fernando Colomo, 1978), Arrebato (Iván Zulueta, 1979), Laberinto de pasiones (Pedro Almodóvar, 1982) o La comunidad (Álex de la Iglesia, 2000). Estamos ante una de las actrices secundarias más destacadas del panorama patrio. Actualmente, interpreta a Angelina en el Teatro de Bellas Artes, junto a Verónica Forqué, en La abeja reina, una pieza de Charlotte Jones bajo la dirección de Miguel Narros.

¿Qué significa para ti ser actriz? Una profesión que concentra muchos oficios.
¿Interpretar es sinónimo de ponerse una máscara en el escenario y ser otro? Lo contrario. Se trata de despojarse de todo para que el personaje anide en ti.
¿Has sentido la necesidad de disfrazarte para salir a la calle y no ser reconocida? En un caso así, ¿qué disfraz te pondrías? Sí, a veces, la he sentido. Elegiría el de una mujer muy glamurosa de los años 20.
La abeja reina nos habla sobre promesas incumplidas y esperanzas fallidas. ¿Que hay detrás de las expectativas de los demás? ¿Somos, por defecto, unos continuos insatisfechos? Detrás hay deseos, sueños… Y sí, desde luego, tenemos tendencia a la insatisfacción. Creo que ese es el origen de casi todas nuestras desgracias.
¿Qué disfraz llevas en La abeja reina, cuál es tu personaje? El de una persona que intenta hacerse querer.
Si no fueras actriz, serías… Escritora.

 

JULIÁN VILLAGRÁN (Cádiz, 1973)

Bajo las estrellas (Félix Viscarret, 2007), la adaptación cinematográfica de una novela de Fernando Aramburu, hizo de Villagrán una cara conocida para los amantes del séptimo arte. Ahora comparte cartel con Fernando Tejero, en Piedras en los bolsillos (hasta el 21 de marzo en el Teatro Lara bajo la dirección de Hernán Gené), una pieza teatral escrita por Marie Jones que nos habla de la trastienda del cine y en el que cada uno de los dos actores interpreta a ocho personajes distintos.

¿Te sientes aquí un poco Mortadelo? La verdad es que no. Él usaba varias vestimentas para sus disfraces y a mí sólo me dejan usar una para hacer todos los personajes.
¿Qué te resulta más difícil en esta obra? Sacrificar parte de mi vida personal. Es una función que requiere muchísima concentración, somos dos actores sin apenas escenografía, estamos ante el público en un espacio vacío y sin artificio alguno. Esto me hace ser muy consciente de la función, no puedo salir por la noche, ni emborracharme, y no desconecto en ningún momento. Ocupa gran parte de mi vida y, en ocasiones, es agotador...  Pero, bueno, sarna con gusto no pica.
Piedras en los bolsillos nace de la desesperación de alguien que se encuentra sin trabajo, y de la necesidad de llevar adelante los propios sueños. ¿Te ha sucedido algo similar? Hace doce años que llegué a Madrid, lo hice muy joven, recién salidito de la escuela, y llegar sin un duro y sin el apoyo de tus amigos y familia cerca, es durísimo. He hecho de todo antes de poder vivir de la actuación y me he tenido que apañar con muy poco y sin ninguna ayuda. Lo único que me alentaba para seguir peleando era la ilusión. Supongo que Marie Jones estaba en una situación similar cuando se le ocurrió, junto a una amiga, hacer una función donde ellas hicieran todos los personajes, y de esta situación surgió la obra.
¿Qué piedras has tenido que sacar de tus bolsillos? Supongo que las que más me han pesado, respecto a mi profesión, son los miedos y las inseguridades y, por más que me las saque y las arroje, siempre aparecen de nuevo. Pero, bueno, voy aprendiendo a convivir con ellas y cada vez pesan menos.
Si pudieras convertirte en un personaje, ¿quién te gustaría ser? El Capitán Haddock, maldecir, beber y viajar!
Si te invitamos a una fiesta de disfraces: ¿de qué te disfrazarías? Llevo mal lo del disfraz, prefiero desnudarme.
¿Cuáles son tus proyectos más inmediatos? Tengo unos cinco guiones para películas sobre la mesa, me conformo con que consigamos el dinero para hacer uno o dos, estamos en momentos difíciles. Parece que haré algo en mayo, pero prefiero no gafarlo.
Si no fueras actor, serías… Iba a decir que músico pero supongo que ya lo soy, toda la música de la obra es mía. Mmm... No sé, se me ocurren tantas cosas.

Piedras en los bolsillos
Foto: Fernando Tejero y Julián Villagrán en Piedras en los bolsillos

FERNANDO TEJERO (Córdoba, 1967)

Con un Goya bajo el brazo (Mejor Actor Revelación por su papel en Días de fútbol) y un personaje pegado a su culo para el resto de sus días, el de portero de Aquí no hay quien viva, Tejero se enfrenta también al reto de interpretar otros ocho personajes distintos.

¿En qué medida has vivido una situación similar a la que se narra en la obra? Es decir, ¿hasta qué punto has luchado para salir adelante como actor? En la misma medida que cualquiera que desee dedicarse a esto de ser actor y sea una de sus pasiones en la vida. Al principio es tan bonito como duro. El proceso de aprendizaje es precioso. Uno empieza a descubrir al actor que lleva dentro y saca cosas maravillosas, pero luego está el hecho de poner todo eso en práctica, actuar, y eso significa luchar, llamar a puertas y que te peguen con ellas en las narices… Es duro, pero cuando consigues estar ahí valoras todo de otra manera a que si te lo hubiesen puesto muy fácil.
¿Te está resultando difícil encarar los ocho personajes?
Lo más difícil fue encarar el proyecto, el proceso de creación, los ensayos… Tanto a Julián como a mí nos costó lágrimas (literalmente). Fue difícil, pero forma parte del compromiso maravilloso que uno hace con el teatro. Si uno no se desmorona por dentro no se destripa, no siente que lo ha hecho bien. De todos modos, aunque siempre he encarado todos los proyectos con ganas y esfuerzo, éste es para mí uno de los regalos más bonitos que me ha hecho la vida. Ha sido un proyecto que elegí, con lo cual estoy feliz. Encima, el resultado es cojonudo, gusta mucho al público y las críticas son preciosas.
¿Te has sentido tentado alguna vez de ocultarte tras un disfraz para salir a la calle? ¿De qué te disfrazarías?
Si tuviese que disfrazarme sería de cualquiera de los personajes de una película de Tim Burton.
¿Algún proyecto a la vista?
Seguir con esta función hasta que el público diga hasta aquí. También tengo una película pendiente de estreno, Desechos de David Marqués, y empiezo a rodar en mayo Cinco metros cuadrados, dirigida por Max Lemcke, con un guión maravilloso de los hermanos Remón. Además, se está gestando una serie para Lola Dueñas, Alberto San Juan y un servidor, con la que estamos muy ilusionados.
Si no fueras actor, serías…
Pues intentaría ser actor, pero también me hubiese gustado ser veterinario o periodista… Pero de los buenos (risas).

Texto: Inma Flor

Representando otras vidas