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Turlitava. Foto: Javier Paredes

Vivir en la memoria
TurliTava Teatro

Este texto iba a resumir lo que charlamos con la compañía TurliTava después de ver su primer montaje, Los vivos y los m(íos), que nos atrajo por las críticas positivas que ha recibido y se interpreta en unos antiguos ultramarinos de Lavapiés, reciclados para la ocasión. Poco antes de entrar en imprenta nos sorprendió la trágica muerte de su director, Álvaro Tejero.

Hace apenas unos días estuvimos con los actores, con el autor, José Cruz (se llevó el Premio Lázaro Carreter 2009 por la pieza), y con el director, Álvaro. Pero poco antes de que la revista saliera a la calle, este último falleció en un accidente de moto provocado por una conductora ebria. Aunque el texto no podía ser el mismo después de la desgarradora noticia, publicamos esta versión por deseo expreso de sus compañeros. “Nos parece un homenaje precioso”, asegura Luna Paredes, una de las actrices. “Seguiremos avanzando. Nos queda él, su sonrisa, su entusiasmo y su amor”. Licenciado en Filología Hispánica, Tejero, de 34 años, fue cantante de la banda Armagedon, fundador de un grupo de teatro universitario en Macedonia, con el que participó en certámenes internacionales, y copropietario de la madrileña librería-café La Marabunta. En 2010 se matriculó en el Instituto Teatro de Madrid, donde conoció a buena parte del elenco que ahora dirigía. Allí “me detuve, pensé, estudié y disfruté del teatro en buena compañía”, nos contó. “Una experiencia bonita y necesaria, un placer”. Fue entonces cuando desafió a la crisis zarpando con este colectivo dramático que se autogestiona. “Las mayores dificultades son económicas”, explican los miembros, “hemos optado por no depender de nadie, por hacerlo todo nosotros, hasta nos encargamos de las reservas”. No va mal la taquilla de Los vivos y los m(íos), “no nos la esperábamos. A lo mejor la clave es que ponemos mucho amor y esperanza, y que hemos tenido uno de los mejores públicos posibles, el dispuesto a que le cuenten una historia”. Un público al que integran por completo en la acción, intercalándolo entre los intérpretes. “Es un reto para los actores, que están obligados a moverse dentro de unos parámetros más férreos que si estuvieran en un escenario al uso, y el espectador está en contacto con los materiales de la escena, con los olores y las sensaciones”. Contacta con un argumento que habla de la convivencia de quienes padecieron una guerra con sus recuerdos; de intrahistoria, que diría Unamuno. “Cerrar las heridas requiere limpiar los sótanos, llenos de verdades a medias”, analiza el equipo. “Este texto reflexiona sobre la memoria, sobre la verdad que no se deja salir a la luz por miedo a desatar odio o desestabilizar el orden”. Precisan que se refiere “a cualquier guerra, incluida nuestra guerra civil”, y, pese a la que está cayendo por la Memoria Histórica, no les preocupa crear polémica, “si eso nos diera miedo, sería mejor que nos dedicáramos a otra cosa”. Entre función y función, ya carburan otra obra, que se ha quedado algo huérfana con la desaparición del director, pero que “sigue gestándose”. Sin duda hará falta mucha vida para superar esta muerte, si es que eso es posible. Se va una promesa, pero queda la ilusión. Ánimo, Turlitava, y suerte.

Texto: Paloma F. Fidalgo. En foto: Cía. TurliTava © Javier Paredes.

Los vivos y los m(íos) · TurliTava Espacio Cultural (Tres Peces, 34) · www.turlitavateatro.com

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