Triángulo amoroso. Paula Bonet Texto: Paloma F. Fidalgo Una mirada al origen de todo, pasado el fervor de 'Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End', el intimista libro que la convirtió en la ilustradora de moda. 'Su repercusión me pilló por sorpresa. Estaba poco acostumbrada a tal exposición', cuenta Paula Bonet, que dedica su nueva obra, 813 (Ed. La Galera), al cineasta François Truffaut, porque 'con 22 años descubrí su cine y me obsesionó su manera de contar historias. Y con el tiempo, reconocí su influencia en mi trabajo'. Con textos e imágenes, analiza algunos de los triángulos amorosos que ideó el director francés. Tu libro anterior, Qué hacer cuando en la pantalla aparece The End, reúne todo tu universo. ¿Es influencia de Truffaut que te enfrentes a ti misma en tu obra, como hizo él en gran parte de su filmografía? Gran parte de 813 lo dedicas a las relaciones que vinculaban a los personajes de tres películas de Truffaut: Jules y Jim, La mujer de al lado y La piel suave. Las tres son duras, trágicas y cómicas al mismo tiempo. Las tres plantean cuestiones muy importantes sobre las relaciones sentimentales, sobre los lastres que se nos han impuesto socialmente y arrastramos tristemente casi con orgullo. Y las tres son el retrato preciso y fiel de una realidad que, a pesar de haber sido filmada entre los años 60 y los 80, está todavía muy presente. Los vasos comunicantes que vemos en estas tres películas podrían ser una metáfora de muchas de las situaciones que François Truffaut vivió en primera persona. Truffaut mitificaba a sus actrices, le parecía que las películas podían valer la pena solo por ellas. ¿Cómo lo ves? ¿Te has 'enamorado' de algún personaje de Truffaut? Sí. Claro. Durante mucho tiempo, cuando rondaba los veinte años, me identificaba fuertemente con todos sus personajes femeninos (Adèle, de Diario íntimo de Adèle H.; Nicole, de La piel dulce; Mathilde, de La mujer de al lado). Además, en aquella época, solía verme involucrada en relaciones sentimentales que no me convenían, y mi afición al melodrama salía a flote. Esos personajes femeninos eran el espejo perfecto en el que mirarse. Me identificaba con ellas, y lógicamente me medio enamoraba del personaje masculino de turno, donde veía claramente a François Truffaut. Es curioso, reviso esas películas diez años más tarde y me sorprende observar que todas las cualidades que volcaba en aquellos personajes femeninos me resultan muy difíciles de ver ahora mismo. Este es el segundo libro íntegramente tuyo, te has encargado tanto de los textos como de las ilustraciones. ¿Es la línea que quieres seguir? ¿Qué te diría Truffaut si viera el libro? |
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