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Love boat
 
Por Laura S. Lara 
 
'Love, exciting and new…' Es escuchar este soniquete y tararear inconscientemente la cancioncilla que nos acompañó durante tantos veranos de nuestra infancia. Con el tema musical de Vacaciones en el mar, aquella comedia televisiva de los 80 ambientada en un trasatlántico que realizaba cruceros de lujo por diferentes lugares del mundo, atracamos nuestro 'barco del amor' en una de las míticas costas de la serie, la de Puerto Vallarta
 
¿Nos acompañan a bordo del Princesa del Pacífico? '… come aboard, we’re expecting you…'
Nuestra ruta de la nostalgia recrea el primer itinerario de la emblemática Riviera mexicana para descubrir la cara más auténtica de México, la que tiene salida al Pacífico. Con los pies en tierra firme, ponemos camino a Sayulita, uno de los denominados Pueblos Mágicos cercanos a Puerto Vallarta y Riviera Nayarit, que constituyen todo un reclamo para los que buscan descubrir los vestigios del 'México profundo'.
 
Sayulita es el destino del surf con mayúsculas en la Riviera, y también uno de los lugares con más magia del Pacífico, con sus calles empedradas, sus tradicionales construcciones, su ambiente hippie chic y el colorido arte huichol que inunda cada rincón. Aquí probaremos los tacos de Natty’s, compraremos souvenirs de diseño en la tienda Revolución del Sueño y catrinas pintadas a mano en Esto es México, y probaremos los zumos, polos y helados naturales de Wakika. La comida no está incluida fuera del barco, una buena excusa para probar platillos típicos como el camarón zarandeado o la almeja reina preparada en su concha. Después, tiempo libre para coger olas en la Playa de los Muertos. 
 
La cena será en Los Xitomates, un restaurante con encanto situado en el corazón de Punta de Mita. El chef, Luis Firch, será nuestro anfitrión en esta hacienda de techos de palapa, paredes blancas y rodeada de cactus imposibles, durante una noche en la que probaremos los bocados más tradicionales de esta tierra. Si traen el traje de baño, quizás les dé tiempo a darse un chapuzón en su infinity pool con vistas a la selva nayarita.
 
Alerta de mosquitos, no olviden los repelentes. Pasaremos la noche en la selva, concretamente en Imanta Resorts, un Relais&Chateaux situado al norte de Bahía Banderas y rodeado de montañas y de fauna, que ocupa cerca de 100 hectáreas de selva tropical y costa y al que se accede como al mismísimo Parque Jurásico. Con unas vistas impresionantes del océano mexicano, las diez casas y dos casonas de piedra que conforman este hotel surgen de entre la selva y están ubicadas junto a la Sierra Vallejo, reserva de la biosfera y hogar de una gran variedad de especies que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. Un alojamiento tan comprometido con el medioambiente que una de sus villas se levantó alrededor de una piedra de origen volcánico, convertida en bañera para no alterar el entorno natural.
 
Después de pasar la noche en tan abrumador enclave, toca madrugar para disfrutar de otra de las joyas del Pacífico, las Islas Marietas. Bañador, protector solar y valor para nadar en mar abierto son los únicos requisitos que harán falta para desembarcar en Playa Escondida, también conocida como Playa del Amor, que acaba de reabrir al turismo tras la recuperación de las colonias de coral que forman parte de su ecosistema.
 
Para proteger este tesoro natural, tan sólo 116 personas pueden visitar la playa cada día, durante treinta minutos y en grupos de no más de quince personas. Para acceder a este increíble cenote hay que nadar unos metros con casco y chaleco salvavidas y entrar por una pequeña cueva. Preparen la GoPro. Será como llegar por primera vez La playa de DiCaprio. Con un poco de suerte, en el viaje de ida o de vuelta avistaremos a los delfines y ballenas que viven en libertad en las aguas del Pacífico. 
 
De vuelta a Puerto Vallarta, aprovecharemos para visitar los puntos clave de la ciudad: el Muelle de los Muertos, la Isla del Río Cuale, el Malecón, la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, el mirador de Matamoros, y tendremos tiempo libre para recorrer sus galerías de arte y explorar por nuestra cuenta el Mercado Municipal, cuyas laberínticas callejuelas se unen a un mercadillo exterior que invita a un agradable paseo.
 
La última noche en tierra será la más especial, pues cenaremos y nos alojaremos en la casa que Richard Burton le regaló a Elizabeth Taylor tras rodar La noche de la iguana, hoy un hotel boutique que aloja el restaurante La Iguana, cocina mexicana contemporánea con la firma del chef Eduardo Lucero Michaga. Casa Kimberly, la que fuera residencia de las dos estrellas de cine, ocupa dos casitas coloniales (una de Taylor y otra de Burton) conectadas por el Puente del Amor, diseñado como una réplica del Puente de los Suspiros de Venecia. Tras una velada de amor a la mexicana, volvemos a nuestras vacaciones en el mar. ¿Listos para embarcar?  
 

Un viaje imaginario