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Bailar contigo ahora

Editorial de la edición 171 de la revista El Duende: ¡Todos a bailar!

Por Rubén Arribas
Foto: Elle Brenecki bailando en el Museo ABC de la Ilustración, por Sara Pista

Hay bailes de máscaras que, sin darnos cuenta, acaban con el beso en el cuello de un príncipe convertido en vampiro. Hay bailes descalzos y sinceros al vaivén de las olas que buscan nostalgia en vez de gloria. Bailes indefinidos en medio de una vida que cortan como una cuchilla y cuya herida sangra para siempre. Futuro que baila con el pasado, mientras el presente baila abandonado. Bailes libres como el viento que danzan sin fronteras sobrevolando el destino. Bailes que envenenan la piel, que no saben si abrazan o acarician haciendo públicos, de sábanas para fuera, los movimientos más hermosos. Bailes en comunión extasiados con los que se puede tocar el universo, llegar a parar el tiempo y, por un momento, la noción de la existencia. Existen parejas de baile sincronizadas como una fusión de átomos indisolubles que se unen al ritmo de todo tipo de fuerzas y avanzan establemente. Hay danzas que son como la más pura de las poesías y bailes, como los de La Carmen de Lorca, que tienen blancos los cabellos y brillantes las pupilas, que aconsejan a las niñas cerrar las cortinas. Y hay bailes como los de mi abuela que, sin memoria, de Alzheimer repleta, nunca dejó de levantarse como un resorte y a pasos de jota cuando sonaba cualquier música, con su sonrisa infinita y plena, olvidándose también de sus huesos tan maltrechos. Porque el baile, como el mar, entiende cualquier idioma, aun cuando se ha olvidado todo, porque deja la huella imborrable de las canciones en nuestras venas. Y si algo quisiera, abuela, es bailar contigo ahora.

 

Bailar contigo ahora